Día 11| La lluvia

Día 11: la lluvia

Es la primera lluvia de este otoño. Probablemente en otra ocasión no lo habría registrado. Porque, ¿quién se detiene a observar lo esperable y natural? Es la magia de lo mismo y diferente en el acontecer.

Como tantas veces, las nubes se unen para acentuar esa nostalgia que ya circula en el aire, anunciando que pronto las hojas se tornarán ocres y lentamente, comenzarán a caer. La brisa comienza a ser más delicada y fresca. Buscaremos un abrigo y un pañuelo. Los días serán menos luminosos y más cortos. Esta rutina del otoño, hoy nos pone a reflexionar y a mirarnos mar adentro. Y entonces nos asalta la incertidumbre donde había certeza, y es que ¿nos encontraremos a la siesta de los sábados en las plazas y parques para disfrutar de un sol cada vez más débil?

Y aquí la singularidad en medio de lo idéntico de todos los otoños. Siempre han sido distintos porque nosotros hemos sido distintos. Porque cada año la vida nos ha vestido con una gala diferente. Pero la de este año, es probable que no la olvidemos más.


No escuché la lluvia. No se vislumbró en la noche anterior, o tal vez yo no miré el cielo antes de dormir. La descubrí a través de la ventana al descorrer la cortina en la mañana. Y allí estaba, como siempre, pero diferente. Porque esta vez, no había paraguas ni piloto, no usaría las botas, no estaría mi queja ante la baldosa mal puesta que moja toda mi ropa mientras camino apresurada.

Miro la lluvia a través del vidrio de mi ventana, y mi ventana está enrejada. El afuera simbolizado como lugar de desamparo es doblemente peligroso, por el virus y por el dengue.  Mañana, no lo sé, mejor dejo que responda el anhelo de volver a encontrarnos y abrazarnos mientras caminamos haciendo crujir las hojas otoñales.

jackie

Buenos Aires, martes 31 de marzo 2020

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