Día 2 | Lo doméstico
Ingresar al mundo público y tener palabra ha sido una conquista paulatina para las mujeres. La pensadora alemana Hannah Arendt (1906-1975) decía que el ser humano habita elMundo en tres esferas: la labor (que corresponde a la vida), el trabajo (a la mundanidad) y la acción (pluralidad). Hoy escribiré sobre la labor donde se genera todo lo que nos permite mantenernos en la vida. Hace ya unos varios años indagué acerca de cómo se recuerda en el mundo de la labor y fue una tarea ardua encontrar bibliografía para fundamentar una hipótesis. Eso me llevó a reflexionar sobre la Vida cotidiana, otro de mis temas favoritos.En aquellos días siguiendo a Humberto Giannini (1927-2014) pensaba la reflexividad de la existencia cotidiana en un circuito que topográficamente arranca en el domicilio, transitando la calle, luego el trabajo para regresar al domicilio como punto de llegada. Ese es el trayecto de nuestros días "feriales" por contraposición de los días festivos. El domicilio es el espacio donde las máscaras usados en el espacio público caen.
Pero las cuarentenas que en el mundo se están desarrollando en estos días llevan a poner el foco en este espacio que no había llegado a la palabra de los teóricos por su carácter de, parafraseando a Nietzsche “eterno retorno de lo mismo “. Porque ahí dentro se reitera cada día la rutina de sostener la vida mediante la alimentación para lo que hay que mantener “limpio el retablo”. Esta tarea históricamente la hicieron esclavos, sirvientes y mujeres. Y siempre ha sido un espacio despreciado donde la colaboración no es la norma, donde usamos la ropa más gastada, guantes y delantales.
Y sin embargo, y aunque siempre lo fue, hoy más que nunca es nuestro mejor refugio.
Para muchos o varias, acostumbrados/as a ser “bichos de lo público” la situación genera extrañeza. Porque tenemos en nuestro ADN cultural vivir extravertidos. La literatura y el cine hacen parodia de las mujeres que chismorrean en la puerta de sus casas cuando no pueden acceder al mundo público. La “ama de casa” de los 50 en adelante ha sido descalificada. Aún hoy, que disponemos de estadísticas que revelan el valor económico del cuidado, mantenemos la ceguera y se sigue desvalorizando lo que en el interior del mundo doméstico ocurre.
Jackie
Buenos Aires, sábado 21 de marzo 2020
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