Historia de mujeres: una de cal, otra de arena

Una de cal, una de arena…
Esta Entrada contiene auidos debajo del texto.
María C. Páez. Una de cal, una de arena [Acrílico y óleo sobre lienzo]. 
La cuarentena en algunos aspectos no cambió mi vida. Por ejemplo, el modo de relacionarnos en familia porque, gracias a Dios, tenemos un lindo vínculo. Tampoco mi percepción de la naturaleza ya que, tal vez por mi condición de bióloga y pintora, siempre he valorado y disfrutado del día, del sol, las plantas, el color, de la vida contemplativa.

Pero a nivel personal, hoy más que nunca me duele el dolor ajeno. Me preocupa mi prójimo. Pienso en cuánta gente está sufriendo y eso a medida que pasa la cuarentena me duele más. Me afligen quienes se han quedado sin trabajo o varados, los viejitos encerrados sin poder dar ni una vuelta a la plaza, la soledad, quienes son abandonados por su familia… El dolor ajeno es lo que me pesa.

Cuando salgo (tengo autorización para hacerlo) siento mucha tristeza en la gente. Y ante el panorama desolador, me dan ganas de regresar y resguardarme en el espacio que yo tengo. Siento, por primera vez, que no puedo mirar más allá del cuadradito de mi casa. No puedo proyectarme. Será falta de esperanza, ¿qué me está pasando? No quiero ponerle un nombre bonito. Yo sé que no puedo resolver las situaciones de los demás. Por momentos pienso que, desde mi humilde lugar, puedo hago algo por ejemplo asistiendo y dando amor a mi hermano, armando las guías para mis estudiantes considerando sus posibilidades tratando de ser creativa y solidaria… Pero la verdad, siento que me duele y me pesa lo que está dejando el coronavirus. El dolor ajeno no me es indiferente.

María Cristina
San Juan, lunes 20 de abril 2020


Comentarios

Entradas populares de este blog

Cerrar, dejar ir, abrir y agradecer

Primer aniversario de "La valija azul"

Viaje al interior 2