Historias de mujeres: tiempos raros los de la cuarentena


Tiempos raros los de la cuarentena

En estos días, ya transcurre el día 32 de confinamiento, y digo raro porque nuevos escenarios rodean nuestra cotidianeidad. No solo se modificaron las rutinas, el manejo del tiempo y todo lo que tiene que ver con el encuentro diario con el mundo del trabajo, las compras de alimentos o algún enseres indispensable;  el estudiar y hacer las tareas desde casa y pilas de situaciones diversas que ya nos vamos familiarizando. Lo que ahora quiero mencionar es solo algunos aspectos del encuentro con el otro y que sin duda dejan huellas en las emociones y los registros de cada uno.
Por ejemplo, hubo cantidades de abuelos y en algunos casos por primera vez que no pudieron ir a recibir a los nietos nacidos en esta cuarentena. Una compañera celebraba por ser abuela primeriza pero lamentaba no poder tocar al milagro tan esperado. También me crucé con alguna mamá que casi está esperando que no termine la cuarentena porque así se les prolonga el tiempo con sus hijos hasta tanto volver al trabajo, haciendo de este tiempo algo especial, casi un privilegio. O mientras esperaba en la cola del banco observaba cómo se da la comunicación detrás de un barbijo. Es un esfuerzo por poder rescatar la expresión de la mirada, qué énfasis hay en su rostro escondido, limitándo así lo que  la persona quiere expresar,  mientras que el que escucha se tiene que conformar con oir su voz. Por favor! Qué valiosos son tus ojos!. La necesidad de encontrarnos con el vecino/a y verlo/a más no sea en el balcón de enfrente cuando sale a aplaudir fue como la excusa solo de reconocerse en el otro, anunciando un “aquí estoy, allí estás, te necesito”. Muchos no tienen esa posibilidad siquiera porque están confinados en ambientes con ventanas cerradas por medianeras y el sostén y acompañamiento hacia ellos se hace indispensable para evitar ese aislamiento tan tóxico.
Podría seguir enumerando pilas de situaciones, cada quien la vivirá con lo que tiene, con lo que es. Esperemos que las cosas sigan en términos controlados y no como sucede en otras latitudes, que esto que nos toca vivir a la fuerza, como un golpe de la vida, nos ayude a valorar lo que sí es importante, a entender que no somos sin el otro/a. Después de todo esto supongo, en algo nos habremos modificado y ojalá seamos mejores y podamos contarlo.
                                                                                                                      Amalia S. - 21Abr20

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