Día 31 | Un rayo de luz para mi hijo

Un rayo de luz para mi hijo

     Había una vez una madre cuyo hijo había quedado sentado en el rincón de su habitación
invadido por una profunda tristeza. Cada vez que ella le ofrecía algo para despertar su interés, él lo rechazaba. Siempre respondía lo mismo “madre, ya lo sabes, la guerra me ha derrotado”. Y así pasaban las horas y los días. La madre, preocupada por su estado, salió a buscar ayuda.

    Fue al hospital donde un médico apresurado, le extendió una receta, “pruebe con estas pastillas” – le dijo- y cuando las termine que venga a verme.
Pero él nunca las tomó.
     Luego visitó una deportista quien recomendó correr todas las mañanas.
Pero él de su casa no salió.
     
     Fue a consultar a un psicólogo y tres sesiones en su agenda le reservó.
Y a todas, él las canceló.
     
     Le recomendaron una excelente coach, quien intentó motivarlo hablando.
Pero él no la escuchó.
     Cansada de sus intentos, visitó un campesino quien plantas de especias y un naranjo en flor le regaló.
     Pero él ni siquiera el aroma percibió.
     
       Fue a visitar a una hechicera que té de yuyos recomendó.
Pero él jamás los bebió.

     Y así pasaron las horas y ella también entristeció. Dejó de abrir las ventanas y su jardín abandonó. Los días se tornaron tristes y se sentaron en tinieblas sin palabras para decir.

     Y cuando todo parecía perdido, una noche muy fría, en los vidrios empañados, alguien escribió: “sólo el amor es abrigo y salvación”. Algunos dicen que se miraron a los ojos y se abrazaron sin tiempo, y una luz casi como un fuego a los dos los envolvió. Y también dicen que, desde entonces, las madres abrazan a sus hijos para calmar cualquier tipo de dolor.

jackie
Buenos Aires, Lunes 20 de abril 2020 (a la madrugada)
    


Comentarios

Entradas populares de este blog

Cerrar, dejar ir, abrir y agradecer

Primer aniversario de "La valija azul"

Viaje al interior 2