Día 80 | Al abrigo del pan caliente

Día 80 | Al abrigo del pan caliente
  Hoy se cumplen 4 meses que no volveré a abrazar a mi mami. Entre los miles de recuerdos, elijo uno para homenajearla.

   Era habitual que todos nos levantáramos temprano. Pero siempre su jornada empezaba antes. Aún hoy me maravilla la capacidad de ese cuerpo delgado y diminuto para soportar el peso de las faenas domésticas… ¡eran tantas!

 
    Tal como sucedía los lunes de cada semana, los recipientes medidores llenos de harina, el aroma de la grasa derretida, la sal y la jarra con el agua, anunciaban que una vez más mi madre ejecutaría ese rito hogareño que toda la familia disfrutaba.

     Cuando regresaba de la escuela para almorzar y volver a salir, la batea ya estaba estratégicamente instalada en el patio, acunando la masa que leudaba al compás del sol. Me gustaba ver esa “sorpresa” conocida de la masa creciendo al ritmo acelerado de un vientre en sus nueve lunas.

     Veo a mami cargando el horno con leña que solía cortar con el hacha que estaba en el patio, echar kerosene para que arda el fuego y remover las brasas que aguardan las latas con el blanco pan.

     Y finalmente llegaba la hora de la merienda. Veo a mami trayendo a la mesa las “semitas[1]” que devoraba o ese pan recién horneado que untaba con manteca y miel. Esos pequeños grandiosos deleites que guardo en mi alma con la nitidez de una foto recién tomada. La miga tibia y suave contrastando con el crujir de la cáscara de ese singular marrón intenso.

     La tarde del día del amasado, pequeño rito de amor en torno al pan caliente cuyo recuerdo hoy convoca mis emociones más primigenias. Allí donde no sólo se donaba un grano de trigo triturado sino las horas y el esfuerzo amoroso de mi madre, que se daba toda en sus laboriosas manos. Era una escena íntima perfecta.

   Cuando las migas yacían dispersas sobre la mesa, con el hambre ya saciado, volvía a mis actividades cotidianas no sin antes abrazar a mi madre y susurrarle la delicia del pan que nos había regalado.

     Repetiría hasta el infinito estos instantes, con los ojos bien abiertos, haciendo trizas el tiempo y el espacio, sin arrugas ni penas, acunada en esa placidez poderosa que cabalga en el alma cuando tanto se ama, como amo la alegría sencilla compartida con vos mi mami adorada.

jackie
Buenos Aires, viernes 12 de junio 2020








[1] Masa de pan con chicharrones de grasa.

Comentarios

  1. Hermoso, simple, real y lleno de colores y aromas de familias

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  2. Qué bello mi querida jacky❤❤❤hermosos recuerdos de tu bella madre❤❤

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