Día 238 | 9 meses: morir para parir

Día 235 | 9 meses, morir para parir

9 meses esperamos un nacimiento humano… 9 meses hace que mami ha partido. Escribo, pero no puedo subir una foto de ella. La vida me tironea y se devora los días que pasan rápidos y cierran con el agotamiento de las 2 de la mañana.  Sigo pensando, qué significa el duelo o mejor dicho sigo atravesando el duelo. 

Hace un tiempo que estoy rumeando dos palabras, parir y morir. ¡Extraño lenguaje!! Entre ellas riman. Y es que no puedo dejar de pensar que se ligan, aunque de un modo diferente a cómo venía pensándolas habitualmente. 

Si pensamos (volviéndonos un poco esencialistas) que el ser humano es posibilidad y lo más radical o la más radical e inesquivable de sus posibilidades es la muerte, sin perder esa certeza, he querido pensar la muerte desde un lugar diferente. No como intención filosófica argumentativa sino como condición existencial. Tal vez como mi modo de encontrar un refugio a esta certeza que pasó de ser racional a ser visceral. 



He vivido obsesionada con la idea de la cotidianeidad como historicidad, con el apremio del instante que reúne pasado, presente y futuro en su “siendo”, y, sin embargo, se me ha patentizado como más verdadero el pensamiento que cita Heidegger “Apenas un hombre viene a la vida ya es bastante viejo para morir”. No podría estar más de acuerdo. Somos esencialmente finitud. Mi esencia es la finitud, no la racionalidad. Y la pandemia se ha encargado de patentizar en toda su dimensión lo que esto significa. Porque por una vez, encerrados, hemos tomado conciencia no solo de lo frágiles que somos sino de la absoluta denudez y soledad para asistir a la muerte.

Estamos acostumbrados a pensar a la muerte como final y como el acontecimiento que le “pasa a otro”. Pero cuando ese otro es alguien central en nuestra historia, esa muerte, hociquea nuestra nuca y además de punzar el alma, interpela todas esas creencias que sostienen las decisiones diarias.

La muerte de mi mami me sigue atravesando. Pero a medida que ese instante se aleja, y que las lágrimas se amontonan sin salida en mi garganta, voy descubriendo que, sin darnos cuenta, transitamos la muerte con una experiencia semejante a la crisálida. Sí, una vez que hemos nacido, avanzar es también morir un poco. Una muerte imperceptible antecede a cada cambio…nos depojamos de algo para crecer, aunque se mantenga metamorfoseado en nuestro ser. Quienes alguna vez parimos un hijo, sabemos del vacío del vientre para poder acunar al tal vez ser más amado.

Pensamos la vida como una línea recta, con un origen y un final. Y solemos perdernos el “entre”. Una conciencia vital laxa, obnubilada por la potencia del  chorro de agua, desprecia el acontecer del “entre”. Y tal vez por eso, no se atreve a mirar la gota de agua traslúcida encerrando el universo cuando un rayo de sol la atraviesa. O quizá, sencillamente, porque si miramos con serenidad en ese “entre” descubriremos que, no somos diferentes del ritmo de la naturaleza, que, como ella, despojamos hojas para fortalecer la savia y florecer. Y así se van sucediéndose  nuestras experiencias, nuestros afanes, los amores, los abandonos, los sueños y los despertares… una y otra vez… sin darnos cuenta del ciclo que fluye entre el nacer y el morir…

jackie

Buenos Aires, domingo 15 de noviembre de 2020






 


Comentarios

  1. Muy interesante!!!
    Pero venimos de una cultura en la que la muerte es el fin de la vida aceptando nuestra linealidad de que todo tiene un principio y fin. Pero si vamos un poco más allá no será una continuidad en otra forma que no podemos ver?
    Cuando nacemos en realidad morimos, dejamos atrás nuestro estado de confort sin saber quién o qué nos espera (interesante paradoja).
    Comenzamos a transitar infinidad de experiencias en una sumatoria de instantes a lo que luego llamamos vivir, aunque creo que es una escuela para lograr creciendo para nuestro nuevo nacimiento, al que también nos da miedo no saber quién o qué nos espera.
    Quizá pensándolo así,haga que suavice el duelo por la partida de alguien que amamos, pero por qué no?
    Abrazo

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    Respuestas
    1. Puede ser...algo semejante a la vieja reencarnación platónica? En esas teorías siempre aparece como tema recurrente: la memoria de la vida anterior. Me cuesta asumir la pérdida de la individualidad única, irrepetible...y en esa línea de pensamiento es imposible el reencuentro...lo que vuelve más terrible el postulado existencialista de "estar arrojados" al mundo...en la certeza que apenas este instante.

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  2. Para pensar. Muy interesante tu semblanza Jackie. Te felicito por tu talento.

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  3. Profunda reflexión que manifiesta un gran conocimiento de tu Yo. Te felicito realmente y te mando un abrazo. Edith

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