Día 645 | ¡Feliz Navidad!

¡Feliz Navidad!

Hoy celebramos el origen de la esperanza, de nuestra fe y de un nuevo sentido para la vida humana. Aún sigue siendo portentoso el nacimiento de Jesús, en esa singular unión de lo finito y lo eterno como acto de amor. A más de 2000 años sigue, entre creyentes y no creyentes, despertando reflexiones, gestos y actos. 

Las iglesias cristianas intentan sostener los ritos y símbolos que nos permiten renovar el sentido religioso y profundo del nacimiento. A veces perdemos la dimensión sobrehumana en la que nos instala. El hombre adquiere un horizonte impensable para el mundo cíclico de la antigüedad. Dios se hace hombre ¿hay algo más paradojal para nuestra razón que la unión de esas dos naturalezas? La fe es la respuesta que, más lejos o cerca de la razón, instala en un ámbito de trascendencia que se asienta en la esperanza. Y la muerte adquiere el carácter de paso y no de final.

Pero la Navidad ha trascendido la religión. A lo largo de la historia fue sufriendo diferentes interpretaciones y se le fueron sumando elementos propios de cada contexto cultural, especialmente en Occidente. Recuerdo cuando era niña me resultaba difícil entender la convivencia del pesebre, los villancicos y Belén con el “Papá Noel” y sus regalos junto al árbol de Navidad. Luego fue fascinante el camino semiótico que me llevó a comprender los cruces culturales, el sentido de cada objeto navideño que casi al modo del “cadáver exquisito” del dadaísmo, fue transmutándose en cada recepción cultural.

Por eso hoy, todos convivimos en la celebración, aunque con múltiples significados que van de lo religioso a lo profano. Pero hay algo que suena en el aire que, por igual, nos llama a la fraternidad. Por eso puedo saludarte y encontrarnos en un deseo de paz. 

Como creyente, elijo algunas escenas que vienen de antes de la Navidad y que de alguna forma, preparan su camino. La anunciación del ángel y el sí libre, amoroso y valiente de María “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según Tu palabra” (Lc 1, 38) para que, en ese mismo instante, en su vientre virginal se unan lo finito y lo eterno. 

La segunda escena es esta María, hija del Padre y Madre de Dios, visitando, para ayudar, a su prima Santa Isabel. Estas dos mujeres comparten otra forma de comunicar la fe, con el lenguaje del cuerpo “En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando, dijo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno" (Lc 39- 42).

La tercera es el nacimiento “y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.(Lc. 2, 7). Algunos afirman que es leyenda ese nacimiento. Yo prefiero aceptarlo porque está en el Evangelio y resume un mensaje potente. Dios elige lo simple y pobre para manifestarse al mundo.

Y en última instancia, ese es el mensaje de Navidad. De alguna forma, nos reconocemos en nuestra esencia, vulnerables, pequeños necesitados del cuidado amoroso y la compañía de pares y de lo trascendente. Sólo reconociendo esa pequeñez, podemos amar y pensar en la paz con quienes son nuestros iguales. En ese nacimiento yace también la posibilidad del perdón, porque Dios se hace pequeño para salvarnos, y abre las puertas de la esperanza.

Desde lugares diferentes, con o sin fe, nos hermana el mismo anhelo de amor, paz y perdón, y por eso, hoy puedo decirte, ¡Feliz Navidad! Que Dios vuelto niño te bendiga junto a tus seres queridos.

jackie

Buenos Aires, 24 de diciembre de 2021

Les dejo opciones para escuchar.

El clásico "Oratorio de Navidad" de J. S. Bach 

En la "Contrahistoria"  Fernando Díaz Villanueva, comenta (durante una hora) la historia de los pesebres. 

 

Nuestra querida misa criolla, un clásico de nuestra cultura.

Y el clásico,