¡Vuela alto amiga!

 "Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, que no se puede llenar con la llegada de otro amigo" (Alberto Cortez)

A mi amiga Mariela

q.e.p.d.


Cuando alguien querido parte, lloramos todas las partidas de los seres que amamos que, como diría Coortázar, "se nos adelantaron"... Con el tiempo, aprendemos a vivir con esos "huequitos" en el corazón.

Y para sostener el dolor, recordamos la vida compartida. Por eso hoy, amiga querida,  regresan las horas en que estudiábamos y debatíamos sobre Nietzsche, Deleuze, o Heidegger, pensábamos en los contenidos de Filosofía de la Educación, o hablábamos de cómo trabajar mejor con nuestras estudiantes del Santa María. 

Vuelven las risas, las citas de los filósofos, las horas de ansiedad y nervios previos a los exámenes, los libros que nos recomendábamos hasta en los días de pandemia...

¿Te acordás cuando nos decías que rezáramos porque Guille rendía alguna materia? Prendías velas y rezabas, larga y difícil carrera, pero tuviste la alegría de verla médica.

Y cómo olvidar aquella celebración de fin de año del Santa María, en el hermoso parque de tu casa, cuando Pablo se metió el maní con chocolate en la nariz y vos me dijiste "Te traigo una pinza de depilar y se lo sacamos". Pero asustados salimos corriendo a la emergencia y estaban las calles cortadas por la fiesta de Santa Lucía. 


Recuerdo cuando me contaste de tu tío filósofo, Manuel Trías, los libros que me regalaste y el entusiamo que tenías cuando lo acompañaste al que terminó siendo su último Congreso de Filsofía.  Recuerdo que mis hijos eran muy pequeños pero compartimos ese Congreso, acá, en Buenos Aires. 

Sí, siempre entre libros, esos que amabas, esos que debatíamos y la preocupación por acercar a tus estudiantes textos que les interesara. Recuerdo la pared de tu casa, transformada en biblioteca, y lo que significaba para vos.


Te recuerdo en aquella despedida en mi casa, con nuestra gran amiga Ana María, aquél diciembre del 2001 en que el país estallaba pero más el corazón de amigas porque nos despedíamos. Yo cerraba esa etapa de mi vida, la de estudiante y profe en las instituciones que compartíamos. No teníamos WhatsApp en aquellos días, simplemente compartíamos la vida.


El jueves 17 fue nuestro último mensaje. Nos prometimos encontrarnos para charlar cuando viajara. Te escucho amiga, haciéndonos esa promesa. Pero no hubo tiempo, porque emprendiste otro viaje. No nos despedimos. Soñamos un café y un abrazo que sólo se dio en el alma. ¡Te fuiste tan rápido amiga! Te veo con tus ojos llenos de luz, enamorada de Guillermo, amando a Guillermina y agradeciendo el milagro de tu última nieta.

Tengo la esperanza que estés en paz, en la luz del Señor. Y tal vez, parafraseando a Fernando Ubiergo, podría despedirte diciendo "Dime amiga en qué lugar del mundo te hallarás tomando un café junto a Platón"... Pero siento que ese café que soñamos, no se enfria porque queda al abrigo del amor de amigas y en el corazón y pensamiento de cada estudiante con quien cruzaste un instante de su formación. ¡Vuela alto y liviano amiga! ¡Te quiero! 

jackie

Buenos Aires, 28 de diciembre de 2023




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