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Mostrando entradas de agosto, 2020

Día 148 | Infancias

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Día 148| Infancias   La infancia, es en general, una etapa por la que solemos sentir nostalgia… Porque tiene esa sinceridad y candor que vamos perdiendo con los años. En ella quedan la magia, el sentir alegría por jugar con una latita o hacer de un palo de escoba un caballo… Son los años con sabor a sopa de abuela, cuentos en voces de madre y tiempo donde no hay relojes porque lo único que dura es el juego…   Para vos, que estás leyendo, ojalá esa haya sido tu infancia… el lugar donde con alegría querrías regresar. Pero hoy no pude evitar pensar en esas otras infancias… esas que no se quieren evocar ni volver, porque están nubladas por el dolor del hambre, el castigo, la enfermedad, y por qué no, por el desamor...   Toda esa variedad de infancias hoy se dieron la mano con mi infancia, para soñar un ratito, mientras jugamos a la rueda y los ojos brillan en cada vuelta... Hay infancias que tienen hogares con amor y disfrute de pares, y hay infancias que crecen sin nadie con harapos y com

Día 141| Pablo

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Día 140 | Pablo Todo vínculo de amor, es único y maravilloso. Sin embargo, el amor a los hijos tiene una densidad mágica, una profundidad de mil mares y la sencillez del jazmín en flor… se puede agotar el lenguaje y aún seguiremos teniendo palabras para decir a nuestros hijos lo mucho que los amamos… Por eso, mi pequeño Pablo, te regalo esta poesía, de entre las miles que habitan en mi alma, agradeciendo la dicha de ser tu madre.   Llegaste al iniciar agosto entre días que sopla el zonda, cuando los cielos anuncian que está en retirada el invierno.   Estabas apresurado por ver el rostro del mundo, y regalarnos la mirada de tus ojitos de estrella.   Recuerdo tus primeros pasos, en medio de un casamiento, tu gusto por la papa cruda, tu armar y desarmar el mundo, con heridas en la cabeza o un mami con chocolate en tu oreja.   Te veo con tu mochila a cuestas rodeado siempre de amigos, con chocolatadas o asado pero siempre acompañado.   Aún veo la fogata de tu viaje de séptimo grado, mientr

Historia de mujeres | Veo, veo ¿qué ves?

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Veo, veo…¿qué ves…? Los espacios configuran de alguna manera nuestras vidas. Y en estos tiempos donde el distanciamiento social continúa, los espacios nos confrontaron con una especie de marco donde nos movemos. Sus formas, su volumen,  los objetos que lo encierran van a permitirnos desplegarnos allí. Un espacio puede influir en nuestro estado de ánimo, si tiene ventanas que conectan con el exterior, si tiene buena ventilación, si entra o no el sol, si lo hacemos confortable y a nuestro gusto para disfrutar nuestro mundo. Los espacios hogareños se convirtieron en nuevas oficinas, en centros de estudio, en lugares de juego para los niños que sueñan con correr al aire libre, y es tarea de arquitectos recrear nuevas posibilidades para este mundo cambiante. Pero sabemos que dentro de los espacios se mueven otros hilos invisibles que nos llevan a otros mundos, a otras posibilidades. Lo primero, que no podemos sustraernos, es en considerar a la tecnología, hoy indispensable. Los que tienen a

Día 134 | Volver

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Volver M aría C. Páez.  El sueño de Don Buenaventura Luna  [acrílico y óleo sobre tela. 60x80] Esa llama me lleva hasta el pueblo. Esa llama me lleva a mi infancia. Esa llama me trae a mi padre, y mi padre me abraza en el alma.   Y recorro pasillos de fuego, de recuerdos que laten y vuelven,   los rituales de cada noviembre  y ser niña en días de fiesta.   Cada año se olía la fecha, en la calle, la escuela y el barrio. El  murmullo viajaba en las bocas que buscaban develar el misterio.   Qué quién viene, qué quien canta, M aría C. Páez.  El sueño de Don Buenaventura Luna [acrílico y óleo sobre tela. 60x80] qué quien es y es paisana.   Las guitarras  copaban la plaza, desfilaban carruajes, caballos y  gauchos…   Era niña, disfrutaba del aire festivo, de jugar con el vuelo de un globo y saborear un copo de azúcar   Cada noche anunciaba la noche ¡la gran noche! Esa noche, que el fogón invitaba. Aún recuerdo a mi padre y la gente expectantes mirando en silencio, el fogón con sabor a jarill