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Mostrando entradas de febrero, 2022

702 | Quédate con ella

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Quédate con ella ¿Qué les pasa cuando van caminando en la calle y de repente, sin pedirlo, ingresan en la historia de otras personas que no conocen? ¿Qué sienten? ¿Qué hacen? Por eso, del mismo modo que tengo tan agudizado mi olfato que capta los olores nauseabundos de ciudades tumultuosas, tengo desarrollada mi observación…   En plena pandemia, recordaba esa rutina casi odiada del viaje en subterráneo, de muchedumbres apretujadas deseando regresar a su casa…. Solía subir en el inicio del recorrido y si tenía suerte, podía sentarme. Me fascinaba cerrar los ojos y simplemente escuchar… llegaba todo tipo de murmullos, conversaciones apasionadas, gritos de enojo, palabras desesperadas y llantos… Historias de desconocidos narradas en celulares a un público anónimo y exhausto. "Ella" (Buenos Aires, 2016) Hoy observé una escena, en el barullo de la Avenida Cabildo, entre el tumulto, el joven escondido intentando comunicarse, la madre gritando a su hija adolescente, la florista agot

Día 687 | Y un día, llamó a mi puerta

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  El viernes 20 de marzo inicié este "Diario de pandemia" con un primer artículo titulado " Lo imprevisible ". Sólo 38 días antes había partido mi madre y con cada noticia rememoraba su fatal neumonía.  Nunca había escrito estrictamente del virus, hasta hoy, que llamó a mi puerta. ¿Qué hay detrás? (Vejer de la Frontera 2017) En este "Diario" recorrí con palabras el miedo , el silencio , los viajes cancelados , y abrí dos proyectos:" Cambio de hábitos: historias de mujeres " y " Una manta para Navidad "  para que otras mujeres narren sus experiencias recuperando sus vivencias en estos tiempos extraordinarios. En el 2021 perdí a mi amigo Toño (Córdoba) y a mi amiga Esther  (Jáchal) con 28 días de diferencia. Y como éstas, se sucedieron tantas historias tristes que nos doblaron de dolor. Luego vinieron las vacunas (o tal vez el debilitamiento natural del virus) y fue cediendo la letalidad.Hoy  les contaré mi experiencia. Admito que soy un

Día 685 | Liz

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Cuando  se tiene un sueño, y das el primer paso para concretarlo, conviven en tu interior el miedo y la valentía. Así llegué a la casa de Liz, mi querida prima, con cuya familia conviví un año. Compartimos cuarto, nos volvimos íntimas. Abrimos todas las capas de nuestras pequeñas historias. Hubo interminables noches de charlas y nunca olvidaré su alegría cuando conoció a José, el amor de su vida. Siempre recordaré y agradeceré esos momentos. Hoy ha partido luego de sufrir tanto.  Recuerdo su voz cansada en la última llamada... Pero s igo viendo sus profundos y grandes ojos azules, su sonrisa espontánea y llena de energía, esa que se agotó en el embate de su enfermedad. Por eso, prima querida, hoy te digo, vuela alto, vuela en paz. Liz Vuela alto, lejos de ese lecho donde anidó el dolor  que tu cuerpo consumió.   Vuela alto  que tus ojos  llevan  tu luz interior. Vuelta alto  que tu huella queda  en nuestro corazón. Vuela alto  al lugar de luz de la Vida nueva y el Amor sin fin. Vuela a