jackieviajes

Doy gracias a Dios por el don de la vida. Mis decisiones y recuerdos vitales, se construyen en un entre: ser hija y madre. ¡Qué maravillosa tarea la de sostener la vida! Una vida que nace precaria, necesitada, para caminar hacia la autonomía y reiniciar el ciclo del cuidado. Porque no hay vida sin cuidado, ni en el niño ni en el anciano. En ese “entre” frágil del inicio y final transitamos. Un camino construido de soplos e instantes irrepetibles, que atesoramos en el alma. Un trayecto que se entiende en sus inestabilidades por una sola certeza, el amor. Cuando somos madres entendemos a nuestras madres y ¡cuántas veces repetimos aquello que criticamos! Llegará un día, que ella será un recuerdo, pero seguirá latiendo en lo que somos, lo que con ella fuimos. La relación con la madre es tal vez, la huella más perenne. En la tristeza la nombramos y en la alegría queremos compartirla con ella. Nuestras vidas se hilvanan con los instantes compartidos en familia, en ese interjuego d

Cada cumpleaños ha sido para mí, una ocasión de evaluar o auto reflexionar qué significa vivir, para qué existo, cómo estoy viviendo. Y así, he sentido el vaso, más o menos vacío. He sentido las ausencias en la piel del alma y he agradecido las presencias. Algunos me focalicé en pensar los sueños, en otros los golpes que tanto me dolieron y enseñaron. Este año, siento que quiero celebrar agradecida, los dolores de parto que he tenido. Empezar a despedir aquél cuerpo que estrené en la adolescencia para hacer lugar y aceptar a éste más frágil y vulnerable. Volver a pensar qué quiero y por qué, pues queda menos tiempo, mi horizonte está más cerca y empiezo a caminar más lento. Este año quiero celebrar porque fui bendecida. Se me regaló el don de ser puente para dos vidas que cada día se autodefinen y adquieren autonomía, escribiendo con letra propia sus historias. De eso se trata ser madre. Dar todo, para luego soltar todo y facilitar los vuelos elegidos, sin jam

¡Cómo cambia el mundo si nos atrevemos a mover un poquito nuestra mirada! Al ras del suelo, simulando una poco perceptible hormiga todo parece volverse extraño y raro. Empezamos a entender la dimensión de poder que puede tener un objeto cotidiano o su lejanía para alcanzarla. Creo que a veces tenemos estas sensaciones cuando por ejemplo, experimentamos vergüenza ante alguien con asimetría de poder o cuando estamos abatidos y sentimos que no alcanzaremos la meta que nos propusimos. Muy lejos  (septiembre 2016) Esta foto la elegí porque, como señala Inés Dussel, hay aspectos de la infancia que permanecen y dialogan con los adelantos tecnológicos. En este caso, el juego del tejo o la rayuela, que aún puede encontrarse en el patio de algunas escuelas. Dado que está “pintada” en el piso, podemos pensarla como una “instrucción” o vigilancia implícita de los adultos pero sabemos que en muchos casos son los mismos niñ@s quienes la dibujan con tizas.  A su vez, no puedo dejar de pe

¿Quién no se asustó a medianoche con una sombra? Las asociamos a lo desconocido. Sin embargo, tienen algo lúdico cuando nos hacemos amigas y nos sorprenden en sus instantáneas e innumerables formas.                     Sh Sh ¡no me descubras! (2015) Recuerdo que habíamos salido con una amiga a sacar fotos. Pero finalmente (por temor a robos)decidimos ir a una exposición en las galerías Pacífico. Allí estaba montada una instalación. Inmediatamente me interpeló y quise construir una huella en aquél inesperado espacio construido en rojo y azul. Entre las tantas fotos que hicimos, rescato ésta, por su sentido afectivo. Amalia, ¡gracias por compartir aquella hermosa tarde!                                       Esperando a Caperucita (2015) Esta foto fue realizada en una clase,fue mi primera experiencia en un estudio de fotografía. Mujer (noviembre 2015) Cualquier superficie me invita a rescatar mi sombra. Un sombra que fluctúa con la hora del día, los pequeños m

Estas fotos pasaron desapercibidas. Como esos pequeños que deambulan por los pasillos de una escuela silenciosos, como en puntillas. Anónimos. Transitan despacio, en puntillas. Hasta que de repente, los encuentras. Los miras a los ojos, y descubres un universo. Algo así me pasó con las dos siguientes fotos. Ambas son de un viaje. Están tomadas desde un medio de transporte público. Un tren (a Reggio Emilia) y el vaporeto en Venecia. Cuando anoche las descubrí, me contagiaron su magia. Extraña Venecia (2013) Micromundo al revés (2013)

Hay algo en mi interior algo que, como una especie de tensión, me empuja a buscar algo. Algo así como lo que los filósofos denominan "búsqueda" que no se sacia hasta ese instante en que se encuentra una verdad provisoria, tan provisoria como el instante que transcurre. Tan efímera que, en cualquier momento, reaparecerá. Durante un tiempo, fue la palabra sin censura, fluyendo, la que me facilitó aliviar esa tensión que me invade toda. Desde hace poco más de un año es la fotografía. Una fotografía que no cesa a su vez, de interpelar mi pensamiento y que a la vez, me llena de gozo.   Radiografía del color (septiembre 2015) Del mismo modo que en mis cuentos hay temas recurrentes, con la imagen tengo ciertas obsesiones. Una de ellas son el vidrio. ¿Hay algo más hermoso, frágil y multifacético que el vidrio? Contiene y a la vez desnuda el ser del objeto.  Alma transparente (octubre 2015) Revela y esconde. Deja que la luz transforme. Juega a las escondidas con ella.

¡ Hola amig@s! Regresando a este espacio que había abandonado. Hoy tengo el deseo, y lo dejaré fluir. Elegía del agua (noviembre de 2015) Esta secuencia la hice para una pequeña muestra que hice en un grupo de amigos el año pasado. Obvio, ¡soy una atrevida! Pero bueno, fue tal vez el inicio de un camino que hoy me da mucha alegría. ¡Gracias amigos del fotoclubbcra por regalarme esta oportunidad! Plegaria en blanco y negro