Cerrar, dejar ir, abrir y agradecer
Cerrar, dejar ir, abrir y agradecer Ingenuamente, o en un delirante intento de control, hemos generado los calendarios, los relojes y las agendas como imperceptibles murallas para sostener el tiempo. Pero en ese afán de cuadricular y parcelar, seguimos desamparados entre un ayer que no es y un mañana que aún no existe. Por eso mantenemos el rito, uniendo las manos, para abrir y cerrar agendas. Por eso inventamos diciembre, el mes más reflexivo y cargado de promesas de todo un año. Y tal vez por eso, en secuencia o en desorden, me pregunto: ¿Qué dejar ir? ¿Qué cerrar? ¿Qué abrir? ¿Qué agradecer? Antes de cerrar, quiero dejar ir algún obstinado enojo instalado en un recodo de mi corazón… Los vínculos que atan, pesan y detienen el vuelo… Los objetivos demasiado ambiciosos que impiden el sonreír… Las historias y falsas expectativas que consumen energía vital y son inconducentes… Las decisiones procrastinadas… La dependencia emocional… Si puedo dejar ir tantos mandatos interiorizados, te
Comentarios
Publicar un comentario