Celebro la vida

Cada cumpleaños ha sido para mí, una ocasión de evaluar o auto reflexionar qué significa vivir, para qué existo, cómo estoy viviendo. Y así, he sentido el vaso, más o menos vacío. He sentido las ausencias en la piel del alma y he agradecido las presencias. Algunos me focalicé en pensar los sueños, en otros los golpes que tanto me dolieron y enseñaron.

Este año, siento que quiero celebrar agradecida, los dolores de parto que he tenido. Empezar a despedir aquél cuerpo que estrené en la adolescencia para hacer lugar y aceptar a éste más frágil y vulnerable. Volver a pensar qué quiero y por qué, pues queda menos tiempo, mi horizonte está más cerca y empiezo a caminar más lento.

Este año quiero celebrar porque fui bendecida. Se me regaló el don de ser puente para dos vidas que cada día se autodefinen y adquieren autonomía, escribiendo con letra propia sus historias. De eso se trata ser madre. Dar todo, para luego soltar todo y facilitar los vuelos elegidos, sin jamás quebrar la savia del amor vivificante.

Y este año he decido no adaptarme sino elegirme. Pequeña, apasionada, en blanco y negro o en rojo intenso, inestable, insoportable, malhumorada, atravesada por lo que te pasa y despistada hasta el hartazgo pero siempre a punto de estallar por la magia del instante.

           Autorretrato en el museo (2016) 

Este año, he elegido nuevamente la palabra para dar gracias. Gracias al Señor por el don de vivir esta vida. Gracias por amar y ser amada. Por la vida regalada, por la vuelta a mis raíces, porque en los inexplicables hilos del destino, tú y yo hemos coincidido.  Porque así como ni la brisa ni los amaneceres se repiten, en ésta, mi pequeña vida,  has marcado la diferencia. ¡Gracias!

                 Tolerancia (mayo 2015)


Comentarios

Entradas populares de este blog

Cerrar, dejar ir, abrir y agradecer

Primer aniversario de "La valija azul"

Viaje al interior 2