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Mostrando entradas de marzo, 2020

Día 11| La lluvia

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Día 11: la lluvia Es la primera lluvia de este otoño. Probablemente en otra ocasión no lo habría registrado. Porque, ¿quién se detiene a observar lo esperable y natural? Es la magia de lo mismo y diferente en el acontecer. Como tantas veces, las nubes se unen para acentuar esa nostalgia que ya circula en el aire, anunciando que pronto las hojas se tornarán ocres y lentamente, comenzarán a caer. La brisa comienza a ser más delicada y fresca. Buscaremos un abrigo y un pañuelo. Los días serán menos luminosos y más cortos. Esta rutina del otoño, hoy nos pone a reflexionar y a mirarnos mar adentro. Y entonces nos asalta la incertidumbre donde había certeza, y es que ¿nos encontraremos a la siesta de los sábados en las plazas y parques para disfrutar de un sol cada vez más débil? Y aquí la singularidad en medio de lo idéntico de todos los otoños. Siempre han sido distintos porque nosotros hemos sido distintos. Porque cada año la vida nos ha vestido con una gala diferente. Pe

Día 7 | La poesía

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Día 7 | La poesía Cuando se acumulan las tareas y las emociones, la noche tiende un manto de espesura que invita a escribir, y sin pensar, las palabras empiezan a fluir, con una cadencia que recuerda la infancia. Y así surgió esta poesía. Cuéntame despacio ¿Qué te pasa Tierra? ¡Te has quedado muda! Cuéntame despacio, de ese gran silencio que inundó tu espacio, y por qué los bríos del cauce de los ríos. ¿Qué me pasa Luna? ¡Padece el hombre una gran tortura! ¡Cuéntame despacio! dónde se ha escondido, ¿Ha desaparecido? No oculté en la noche al amor prohibido, veo las distancias escucho aullidos. ¿Qué me pasa Luna? Hay tristeza, hay espanto, hay miedo, ¡pero también hay canto! Porque todos desde su nido muy bien han comprendido, que se ha perdido el control pero ha crecido el amor; que la imaginación puede más que la indignación, y que se ama más cuando se cuida a los demás. Cuéntame despacio ¡Ay Tierra amiga! ¡

Día 4 | El miedo

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Día 4 | El miedo Y algunos de ellos, como Rambert, llegaron incluso a imaginar que seguían siendo hombres libres, que podían escoger . (Albert Camus,  La peste ) Extraña Venecia (2013) Los existencialistas escribieron sobre la existencia inauténtica. Heidegger la describe como esa existencia que no puede admitir su finitud, su "ser para la muerte". Siempre le acontece le acontece a otro que "se" muere. Con la pandemia nos pasa algo semejante. Tenemos diferentes estados emocionales frente a la información que recibimos y por momentos perdemos la sensibilidad hasta que, de repente, alguien que hipotéticamente podría contagiarte, está infectado. Esa fue mi experiencia hoy. Alguien en mi familia podría haberse contagiado... y entonces, con brutalidad, te das cuenta que se puede formar parte de ese "se"  para los demás pero que sos vos quien librará la batalla. Y entonces... las palabras burbujean atormentadas en el cerebro queriendo pasar l

Día 3 | Silencio

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Día 3 | Silencio Y de repente, la ciudad quedó vacía, sin sirenas ni bocinas, sin celulares ni ejecutivos. El subte y el tren se liberaron de pasajeros apresurados, los andenes descansaron y los asientos se desocuparon. El café quedó cerrado, la cita fue postergada, al reloj lo abandonaron y el timbre fue desconectado. Ay qué tristes están las plazas! sin abuelos, niños ni enamorados, la ciudad está en silencio trepa el miedo en los toboganes. La ciudad está en silencio, los semáforos no lo entienden, nadie corre! nadie canta! no hay encuentros no hay abrazos todos temen al contagio. La ciudad está en silencio pero adentro arde en llamas, porque estamos compartiendo el temor y la esperanza. La ciudad está en silencio pero adentro se despereza la palabra y acontece el deseo solidario. La ciudad está en silencio pero adentro hay encuentro y desencuentro para mirarse bien adentro. La ciudad está en silencio

Día 2 | Lo doméstico

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Día 2 | Lo doméstico      De repente me puse a pensar en e l nombre de este blog, ya que la palabra   viaje,  hoy adquiere una connotación múltiple: enfermedad que traen los viajeros a quienes encerramos bajo sospecha de peligro (real por cierto); esperanza para quienes están lejos y añoran regresar a su "casa" como lugar seguro; y temor para quienes tenemos afectos en tierras lejanas que, al igual que nosotros, cierran sus fronteras.      P ero cómo no estoy dispuesta cambiar el Nombre de mi blog, estos días los viajes serán hacia la reflexión de ese espacio desapercibido como es el mundo doméstico.     Ingresar al mundo público y tener palabra ha sido una conquista paulatina para las mujeres. La pensadora alemana Hannah Arendt (1906-1975) decía que el ser humano habita el Mundo en tres esferas: la labor (que corresponde a la vida), el trabajo (a la mundanidad) y la acción (pluralidad). Hoy escribiré sobre  la labor donde se genera todo lo que nos permite

Día 1 | Lo Imprevisible

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Día 1| Lo imprevisible      ...Y de repente, irrumpió para muchos lo imprevisble. Al principio parecía el problema sólo de un lugar lejano, pero el mapa se fue tiñiendo y avanzó hasta que empezamos a sentir su aliento. Y así, mi país, empezó la cuarentena.      Ahí está el miedo, agazapado, manifestándose en nosotros de las más variadas formas. Casi no queremos nombrarlo y cada cual lo conjura cómo puede, con las herramientas que tiene. Porque en el fondo sabemos se nos patentiza lo que cada día esquivamos: somos frágiles y mortales.         Es difícil organizar para escribir el sin número de pensamientos que cruzan mi mente. Empiezo con una  cita de Pascal (1623-1662),  E l hombre no es más que un junco, el más débil de la naturaleza, pero un junco que piensa. No es necesario que el universo entero se arme para aplastarle. Un vapor, una gota de agua son bastante para hacerle perecer. Pero, aun cuando el universo le aplaste, el hombre sería más noble que lo que le mata, porque

¿Para qué vivir?

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  En un post anterior me había planteado escribir sobre el sentido de la vida, el para qué vivir. Es la típica pregunta adolescente, la de momentos de crisis o cuando la muerte nos toca de cerca. Y entre la pregunta y el tiempo se incrustó la muerte de mi madre. Y entonces repasas como para un examen, toda tu vida, y te das cuenta que quien tal vez más te conoció y amó, quien te puso en el tiempo, ya no está ahí para abrazarte ni consolarte y tampoco estás más para cuidarla o simplemente amarla. Y entonces la propia vida, pero en especial las certezas, comienzan a girar como un trompo casi a punto de  perder la cordura.  La fe, los brazos y palabras de los afectos,  amortiguan la caída en la tristeza, pero no puede esquivarse la cercanía con la angustia existencial y asomarse a la soledad. Soledad que es páramo y silencio, astilla que arde sin verse.  Y entonces, ¿para que vivir? ¿Qué hace que me levante cada día? Y aquí para responder recurrimos a los grandes proyectos,