Día 210 | Día de la madre sin madre


Cuando era niña, fui muy pobre. Pero en la escuela siempre hacíamos algo para regalar a las madres en Manualidades o Plástica. Pero yo había encontrado otra forma de homenajear a mami. Escribirle. Eran pequeños o largos poemas, cartas o largos textos de agradecimiento. Ella guardaba aquellos trozos de papel y las tarjetas con radiografías que le hacía y sé cuán feliz la hacían.



Sabía que este día sería durísimo, porque es difícil explicarle al alma, que ese ser tan valioso que en el fondo siempre se fantasea que es inmortal, ya no está. Tal vez porque ella siempre estaba, porque hasta el final sabía cuánto me amaba, tal vez porque en realidad, sigue latiendo en mí, aunque ya no pueda abrazarla.

Tengo muchos textos sobre el día de la madre… algunos son reflexiones y otros de rebeldía contra el día como estereotipo… y sin embargo, ninguno puede dar cuenta de eso que “pasa” entre una madre y su hija o hijo.

Los feminismos actuales están trabajando uno de los aspectos ligados al ejercicio de la maternidad como son las actividades que involucran el cuidado o en palabras de Arendt, las que sostienen la vida y que corresponden a la esfera de la labor. Hoy se insiste en que sean compartidas en pareja y ha sido históricamente el rol que esencialmente se le ha atribuido a la mujer. ¿Quién no recuerda a su madre (o ejerciendo la propia maternidad) cuidando y ocupándose de la vida de los hijos e hijas, y de todas las labores domésticas? 


Paralelamente las mujeres hemos ocupado el espacio público, con limitaciones aún, pero estamos y marcamos diferencias en el modo de habitarlo. Mi madre abandonó la esfera pública para dedicarse a la vida doméstica. Pero siempre insistió que debía “trabajar para no depender de un hombre”.


Es verdad que la actividad doméstica es agotadora, es como una larga cinta que avanza sin detenerse, sin calendarios ni relojes. Pero cuando pienso a mi madre en esas actividades, lo hago con un corazón infinitamente agradecido. Millones de horas entregadas mientras estaba ante un libro o simplemente disfrutando de horas de esparcimiento.

Muchas de esas jornadas fueron agotadoras para ella como cuando amasaba, pero también sé que era su manera de expresar y entregarse… sigue siendo aún, para mí, una especie de misterio, entender qué nos pasa a las mujeres con lo doméstico. Odiamos su repetición y cómo obtura desarrollar otros proyectos que se posponen día tras día, pero también sé que hay una luz interna que se enciende cuando un hijo sonríe ante el trozo de un sabroso bizcochuelo recién horneado… 

No sé por qué estoy escribiendo sobre aromas de infancia… tal vez porque en ellos vuelve mi madre… tal vez porque tampoco estoy con mis hijos… Tal vez, porque esos aromas y esas faenas que salieron de las manos de mi madre, hicieron posibles mis libertades, porque mientras ella gastaba su cuerpo, yo bordaba mis sueños... Tal vez, porque hoy, en el día de la madre, la orfandad toma mi carne. 

Que mi abrazo te llegue con todo el amor que siento mamita querida,

jackie
Buenos Aires, domingo 18 de octubre.


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